lunes, 10 de julio de 2017

Algunas Reflexiones sobre la Conciencia.

Pienso que la conciencia es una capacidad de la mente humana, y que la mente humana consiste en una serie de procesos energéticos de naturaleza al menos electroquímica, organizados con lo que parece ser un propósito definido, cual es la representación del mundo, con miras a que el individuo pueda interactuar con él de la forma más ventajosa posible. (La mente de otros animales funciona en base al mismo esquema, pero es mucho más simple y por tanto más limitada, a un grado que depende de qué tipo de especie consideremos. Ello nos obliga a  asumir que no podemos en este punto saber qué grado de conciencia podrían tener).

Esta capacidad de la mente humana consiste en un sistema cognitivo y comprensivo muy complejo y elaborado, organizado jerárquicamente.

Este sistema le permite al ser humano darse cuenta de que es capaz de pensar, al mismo tiempo que le permite pensar y darse cuenta de ambos procesos anteriores simultáneamente, con una recursividad que pareciera no tener límites.

Para que esta conciencia exista, requiere una base, real o de propia creación, de inserción témporo-espacial del individuo. Los conceptos de pasado, presente y futuro, y de ocupar un lugar en el espacio, reconociendo la presencia del entorno, como distinto de uno (self, el yo, "myself"), son imprescindibles para que se complete la idea de la propia existencia del individuo que tiene conciencia. 
(Aunque también nos es posible imaginar la posibilidad de que una conciencia podría ser inmaterial, lo cual es probablemente un auto engaño, tema al que me he referido en el capítulo 14 de mi teoría sobre la conducta humana "La Naturaleza Etérea de la Mente".  www.conductahumana.cl y también en este blog, más abajo).

Todo ello lo hace asumir que él existe como individuo en la misma dimensión de existencia donde transcurre su pensamiento, al igual que el resto de los seres humanos, aunque puede que esto no sea estrictamente así . Muchas personas conciben hoy, por tanto, la posibilidad de que esta dimensión podría no ser la  única existente.

La conciencia propia le permite al común de los ser humanos creer "más allá de toda duda", que el resto de los humanos no sólo existen, sino que además tienen una similar capacidad de conciencia, aún cuando le sea imposible experimentar directa y personalmente, ninguna conciencia ajena.

También supone, con un razonable grado de seguridad, que sus pensamientos son privados, y no están al alcance de otras personas, al menos en condiciones "normales"...

El problema de los sueños.

Existe una situación muy particular en la vida del humano que plantea la posibilidad de un interesantísimo análisis respecto de los fenómenos de la conciencia. Se trata de lo que ocurre cuando soñamos. Especialmente cuando experimentamos sueños muy vívidos, que recordamos con gran detalle al despertar, podemos reconocer algunas características muy particulares en nuestros sueños. Pareciera que se produce una situación en que nuestra mente se divide, literalmente. Somos protagonistas de una acción que se va revelendo ante nuestra conciencia (ante el yo inmaterial, el yo que conoce), donde habitualmente no podemos o nos cuesta mucho intervenir. Somos más bien espectadores puros de algo que está sucediendo. El curso de esos acontecimientos nos es ajeno e incontrolable.  La acción va desenvolviéndose como una película ante un espectador, con giros sorpresivos de los cuales no tenemos ningún conocimiento previo, e incluso desenlaces totalmente inesperados.  Lo notable de todo esto es que somos espectadores de una historia que ocurre ante "nuestros ojos", cuyo curso futuro no podemos anticipar pero que está siendo creada también por nuestro propio cerebro-mente, pero separada de nuestra "conciencia en el sueño", de forma total, absolutamente independiente.

Este hecho está en total concordancia con el requerimiento de que para que exista conciencia y autoconciencia es imprescindible la existencia de "un observador" y de "lo observado". (capítulo 7)

Con el avance en la investigación neurocientífica, sin duda en el futuro podrán irse conociendo las bases neuro funcionales que puedan explicar este tipo de fenómenos. No hemos llegado ahí aún, pero podemos especular que la existencia de una conciencia y autoconciencia "normales" en el humano despierto, requiere una integración de enorme complejidad en que intervienen redes neurales asociadas de modo jerárquico, todas adecuadamente integradas. Esos procesos, que ocurren simultáneamente, requieren la participación de una enorme cantidad de actividad neuro funcional inconciente, como base para que se produzca el milagro de la conciencia.

Cuando esta adecuada integración se pierde, como por ejemplo cuando soñamos, o estamos bajo el efecto potente del alcohol o de algunas drogas como el LSD, o en situaciones patológicas de origen orgánico, aparecen una serie de fenómenos, causados por las distintas modalidades en que esa desintegración se puede producir, produciéndose una variedad de alteraciones de conciencia, que pueden llegar a la pérdida total de ésta.

Para una lectura de gran profundidad y detalle sobre el tema, los remito al excelente trabajo de Antonio Damasio "Self Comes to Mind" , que aunque tiene ya algunos años, está absolutamente vigente.


Continuará...

Jorge Lizama León.
Santiago, Julio 2017