sábado, 29 de julio de 2017

Me he encontrado en Twitter con un autor (@Paleofreak), que realiza una defensa apasionada del concepto de "ADN Basura".  Término acuñado hace ya muchos años, aparentemente por un científico japonés en Estados Unidos de Norteamérica, respecto de partes del genoma que no tendrían una función conocida, o ninguna función en absoluto.

Sobre este tema se han sucedido muchas discusiones durante los últimos años. Es materia de bastante consenso hoy que sólo una mímima parte del ADN codifica proteínas, y otra parte de cuantía no precisada tiene funciones regulatorias de diverso tipo. Quedaría así una extensión, que podría ser muy importante en la secuencia de ADN, variable según la especie de que se trate, para la cual no se ha encontrado un propósito definido, y que correspondería a este ADN basura. He tratado de oponer una opinión reflexiva a este concepto que me parece arrogante y soberbio, tan sólo por la elección del peyorativo término "basura", incluso si efectivamente termina por demostrarse que hay una gran cantidad de ADN que no cumple un propósito directamente útil.


Quiero poner en perspectiva el fondo de este asunto: Sabemos que la información genética contenida en el ADN cumple una función clave en la capacidad reproductiva y la herencia de los seres vivos.

Sabemos también que al menos una parte importante de la información está contenida en la secuencia de bases que conforman el código genético. Sin embargo, avanzar desde este punto en adelante comienza a ponerse más complicado, por la aparición de campos menos conocidos, (como los mecanismos exactos en que se basa la regulación epigenética), y elementos aportados por la investigación científica cuya interpretación resulta al menos sorpresiva, cuando no directamente desconcertante.

Por ejemplo, sabemos que la secuencia de bases del humano comparada con la del chimpancé, es casi idéntica, con diferencias que rondan el 1%. Pese a ello, resultan evidentes las diferencias prodigiosas en cuanto a inteligencia y capacidades que nos separan de nuestros más próximos mamíferos.

Un hecho de tal relevancia para el cual aún no tenemos explicación cabal nos debe mover a ser humildes en cuanto al alcance y lo terminantes de nuestras interpretaciones, pues es evidente que hay una enorme cantidad de factores y mecanismos, hoy mucho más desconocidos que conocidos, que permiten estas enormes diferencias, gracias a las cuales sobresalimos nítidamente respecto del resto de los seres vivos.

Dónde y cómo está contenida toda la información genética y sus mecanismos de expresión, regulación y variabilidad, es una gran pregunta, por cierto aún sin respuesta sólida y detallada.

Estos factores y sus  mecanismos íntimos son lo verdaderamente importante y trascendente, y avanzar en su investigación es el camino correcto a seguir. Por el contrario, darle demasiada importancia a aquello en lo que la naturaleza pudiera fallar para atesorar ese descubrimiento como una suerte de pequeña victoria personal sobre la biología y la naturaleza, no es mucho lo que aporta. Con todo, la naturaleza, en todo su misterio, también da lugar a la aparición de personas que valoran aquello como de la mayor relevancia.

Jorge Lizama León.
Santiago, Julio 2017.

lunes, 10 de julio de 2017

Algunas Reflexiones sobre la Conciencia.

Pienso que la conciencia es una capacidad de la mente humana, y que la mente humana consiste en una serie de procesos energéticos de naturaleza al menos electroquímica, organizados con lo que parece ser un propósito definido, cual es la representación del mundo, con miras a que el individuo pueda interactuar con él de la forma más ventajosa posible. (La mente de otros animales funciona en base al mismo esquema, pero es mucho más simple y por tanto más limitada, a un grado que depende de qué tipo de especie consideremos. Ello nos obliga a  asumir que no podemos en este punto saber qué grado de conciencia podrían tener).

Esta capacidad de la mente humana consiste en un sistema cognitivo y comprensivo muy complejo y elaborado, organizado jerárquicamente.

Este sistema le permite al ser humano darse cuenta de que es capaz de pensar, al mismo tiempo que le permite pensar y darse cuenta de ambos procesos anteriores simultáneamente, con una recursividad que pareciera no tener límites.

Para que esta conciencia exista, requiere una base, real o de propia creación, de inserción témporo-espacial del individuo. Los conceptos de pasado, presente y futuro, y de ocupar un lugar en el espacio, reconociendo la presencia del entorno, como distinto de uno (self, el yo, "myself"), son imprescindibles para que se complete la idea de la propia existencia del individuo que tiene conciencia. 
(Aunque también nos es posible imaginar la posibilidad de que una conciencia podría ser inmaterial, lo cual es probablemente un auto engaño, tema al que me he referido en el capítulo 14 de mi teoría sobre la conducta humana "La Naturaleza Etérea de la Mente".  www.conductahumana.cl y también en este blog, más abajo).

Todo ello lo hace asumir que él existe como individuo en la misma dimensión de existencia donde transcurre su pensamiento, al igual que el resto de los seres humanos, aunque puede que esto no sea estrictamente así . Muchas personas conciben hoy, por tanto, la posibilidad de que esta dimensión podría no ser la  única existente.

La conciencia propia le permite al común de los ser humanos creer "más allá de toda duda", que el resto de los humanos no sólo existen, sino que además tienen una similar capacidad de conciencia, aún cuando le sea imposible experimentar directa y personalmente, ninguna conciencia ajena.

También supone, con un razonable grado de seguridad, que sus pensamientos son privados, y no están al alcance de otras personas, al menos en condiciones "normales"...

El problema de los sueños.

Existe una situación muy particular en la vida del humano que plantea la posibilidad de un interesantísimo análisis respecto de los fenómenos de la conciencia. Se trata de lo que ocurre cuando soñamos. Especialmente cuando experimentamos sueños muy vívidos, que recordamos con gran detalle al despertar, podemos reconocer algunas características muy particulares en nuestros sueños. Pareciera que se produce una situación en que nuestra mente se divide, literalmente. Somos protagonistas de una acción que se va revelendo ante nuestra conciencia (ante el yo inmaterial, el yo que conoce), donde habitualmente no podemos o nos cuesta mucho intervenir. Somos más bien espectadores puros de algo que está sucediendo. El curso de esos acontecimientos nos es ajeno e incontrolable.  La acción va desenvolviéndose como una película ante un espectador, con giros sorpresivos de los cuales no tenemos ningún conocimiento previo, e incluso desenlaces totalmente inesperados.  Lo notable de todo esto es que somos espectadores de una historia que ocurre ante "nuestros ojos", cuyo curso futuro no podemos anticipar pero que está siendo creada también por nuestro propio cerebro-mente, pero separada de nuestra "conciencia en el sueño", de forma total, absolutamente independiente.

Este hecho está en total concordancia con el requerimiento de que para que exista conciencia y autoconciencia es imprescindible la existencia de "un observador" y de "lo observado". (capítulo 7)

Con el avance en la investigación neurocientífica, sin duda en el futuro podrán irse conociendo las bases neuro funcionales que puedan explicar este tipo de fenómenos. No hemos llegado ahí aún, pero podemos especular que la existencia de una conciencia y autoconciencia "normales" en el humano despierto, requiere una integración de enorme complejidad en que intervienen redes neurales asociadas de modo jerárquico, todas adecuadamente integradas. Esos procesos, que ocurren simultáneamente, requieren la participación de una enorme cantidad de actividad neuro funcional inconciente, como base para que se produzca el milagro de la conciencia.

Cuando esta adecuada integración se pierde, como por ejemplo cuando soñamos, o estamos bajo el efecto potente del alcohol o de algunas drogas como el LSD, o en situaciones patológicas de origen orgánico, aparecen una serie de fenómenos, causados por las distintas modalidades en que esa desintegración se puede producir, produciéndose una variedad de alteraciones de conciencia, que pueden llegar a la pérdida total de ésta.

Para una lectura de gran profundidad y detalle sobre el tema, los remito al excelente trabajo de Antonio Damasio "Self Comes to Mind" , que aunque tiene ya algunos años, está absolutamente vigente.


Continuará...

Jorge Lizama León.
Santiago, Julio 2017